Paradójicamente, la selva tropical de la Guayana Francesa ha prosperado en uno de los suelos más pobres del mundo en cuanto a nitrógeno, potasio, fósforo y materia orgánica. Por ello, y porque esta zona siempre ha servido de refugio a todas sus especies durante los periodos secos o de glaciación terrestre, esta selva alberga algunos de los ecosistemas más ricos y frágiles del mundo: bosques tropicales primarios muy antiguos, manglares, sabanas, inselbergs y numerosos tipos de humedales.