No obstante, gracias al Título IX, que se volvió ley en 1972 y prohibió la discriminación de género en la educación, generaciones de chicas han tenido la promesa del acceso a los deportes y otros programas educativos. Los administradores de las escuelas se percataron rápidamente de que incorporar al fútbol era un mecanismo rentable para cumplir con la ley y el creciente interés ayudó a engrosar las ligas juveniles.